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2243. Viernes, 7 junio, 2013
Capítulo Dosmilésimo ducentésimo cuadragésimo tercero: " Si amas, perdona; si no amas, olvida” (Vicki Baum, 1888-1960; escritora austriaca)
Mea culpa. Y, al contrario de los que muchos (de la logse/fp) pudieran pensar, no es un insulto. ¡Qué va! Hoy voy a hablar de mí. Sí, ya se que suena como el culo, pero otros, con renombre y probada solvencia, lo utilizan como recurso y hasta les dan premios. A lo que iba. Voy a desnudarme, en el sentido moral del término, ante todos lo que sean capaces de leer esto. Tengo que confesarlo: todavía puedo cortarme las uñas de los dedos de los pies con los dientes. Con riesgo de esguince, sí, pero puedo. Y ya se que puede sonar a obsesión por las veces que hablo de ellos.. pero me gustan los pieses.
La historia viene por leer. Más bien por releer. Cosa no buena a estas edades ya que, aparte de fomentar la presbicia, hace que te despierte la curiosidad por probar lo que lees. Por ejemplo, cuando te enteras que, según una vieja técnica utilizada por las geishas japonesas, chupando el dedo gordo del pie, un hombre puede llegar al orgasmo sin necesidad de tocar ni estimular nada más. O una mujer, digo yo. Todo se debe a una cuestión de reflexología podal. Normal.
Claro que una cosa es que a uno le guste ponerse verraco ( cerdomachoreproductor) a través de la estimulación oral de los pies y sus deditos, y otra cosa es que dicha práctica se convierta en una obsesión. O no. Que, como cada vez que salen estos temas, me acuerdo de un pisicólogo, inglés él, Havelock Ellis, que decía algo que suena a perogrullada pero que no es tanto si pensamos que hasta hace nada la Asociación Estadounidense de Psiquiatria consideraba desviado a todo acto que no consistiera en la introducción del pene en la vagina. Ellis decía: “todas las personas no son como usted, ni como sus amigos o vecinos. Incluso sus amigos y vecinos pueden no ser tan semejantes como usted supone”.
Vamos, que para gustos, colores. Pues eso: ¡qué bien se lo pasa uno con los pies!
2242. Jueves, 6 junio, 2013
Capítulo Dosmilésimo ducentésimo cuadragésimo segundo: "Los más obstinados suelen ser los más equivocados, como todos los que no han aprendido a dudar. (Samuel Butler, 1612-1680; poeta inglés)
Salimos los dos. Volví yo solo. Mi bolígrafo se perdió en el camino. Ni robado, ni olvidado: perdido. La más triste de todas las posibilidades, porque nunca se sabe ni cómo ni dónde ni por qué, y ese absoluto misterio admite la hipótesis de un abandono; porque nunca se acaba de creer que así ocurrió, y se busca en todas las mesas y se registra en todos los bolsillos con una esperanza cada vez más pequeña y una decepción cada vez más grande.
Se perdió. Quizá haya muerto aplastado bajo un peso brutal, esparciendo en el suelo su sangre azul oscura; quizá haya cambiado de destino y le obliguen a trazar números en algún papel. Si es así, durará poco. No tenía aptitud para las cuentas. Hasta al dibujar las cifras revelaba la torpeza de no haberse ejercitado en ello. !Infeliz! De todas formas, nada tengo que reprocharle. Nos llevábamos bien y estará presente en mi recuerdo entre todos los bolígrafos que tuve y que tendré.
Voy a ver si mango otro.
2241. Miércoles, 5 junio, 2013
Capítulo Dosmilésimo ducentésimo cuadragésimo primero: " Hay tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe y saber lo que no debiera saberse" (François de La Rochefoucauld, 1613 - 1680; escritor francés)
Hay gentes apegadas a la tierra y que sólo creen en aquello que ven. Gentes de sentido práctico, ajenos a lo fantástico, cuyas mentes son incapaces de concebir las maravillas del mundo infantil. Conozco a infinidad de individuos a los que si les hablas de las hadas, de los gnomos, o de los enanitos del bosque, soltarían tal carcajada que arruinarían nuestros tímpanos.
Son los que piensan que a ellos no los engañan con fábulas, leyendas y cuentos.
Pero luego van y dejan su dinero en los bancos. Tan tranquilos. ¡Bendita inocencia!
2240. Martes, 4 junio, 2013
2239. Lunes, 3 junio, 2013
Capítulo Dosmilésimo ducentésimo trigésimo noveno: "Muchas excusas son siempre menos convincentes que una sola" (Aldous Huxley, 1894 - 1963; escritor británico)
Un servidor, que se lo lleva todo a la boca por vivir instalado, como tantas veces he dicho- en la fase oral desde que tengo recuerdos, no tiene problemas en ese sentido, pero no deja de extrañarme que gente más escrupulosa, (de esa que casi vomita con el inocente chiste de los dos novios que mientras se besan le dice uno al otro “cariño ¿me has pasado el chicle?, “no mi amor, es que tengo catarro”) no diga nada cuando saborean (¡encima saborean!) un trozo de cualquier tarta de cumpleaños sobre la que minutos antes han escupido -con todas sus fuerzas, ganas y recochineo- no sólo el agasajado cumpleañero, sino toda la cohorte de amigos y familiares que intentan "ayudar" para que las velas se apaguen cuanto antes esgrimiendo la estafa de cumplir un deseo (!ja!). Velas colocadas estratégicamente encima del pastel que es el que recibe, sí o sí, los salivazos varios (cuando no algún que otro resto de comida) de (casi) todos los presentes.
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