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1780. Lunes, 7 marzo, 2011

 
Capítulo Milésimo septingentésimo octogésimo: “Debe valorarse la opinión de los estúpidos, suelen estar en mayoría” (Lev Tolstói, 1828-1910; escritor ruso)

Hasta aquí mi contribución a la literatura burguesa. A partir de ahora ya sólo voy a escribir homilías, recursos de contrafuero o retazos en estado puro de lúcida metafísica, según la coyuntura. Hay que politizarse, hay que concienciarse. Ya está bien de sonetos a Violante y pijaditas surrealistas; como dijo el otro, hay épocas en que cantar a los árboles puede ser una traición al mundo. Y estamos en una de ellas.

Empecemos por algo difícil de verdad, algo profundo que ha traído de cabeza al mundo (a todo el mundo) desde que el mundo es mundo: cómo atarse los zapatos.

Y es que tiene su aquel. Los expertos, gente con varios masteres a sus espaldas en estos menesteres lo tienen claro: hay que atarse los cordones horizontalmente en lugar de hacerlo en zigzag. Es el método elegante y mantiene el pie sujeto y sin apretar. Terminar con un nudo Cambridge, antideslizante, una variación del nudo cirujano con el que nunca habrá que atarse una lazada rebelde.

Alguien tenía que decirlo.