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  524. Miércoles, 13 Abril, 2005

 
Capítulo Quingentésimo vigésimo cuarto: "Yo no recomendaría el sexo, las drogas o la locura para todo el mundo, pero a mí siempre me han funcionado" (Hunter S. Thompson, 78 años, escritor estadounidenses)

Uno como niño pobre de provincias que fue, (lo de "niño" ya se me pasó pero lo de "pobre" aún lo arrastro !mira si no podía haber sido al revés!), ha crecido sin muchos ídolos que llevarse a la imaginación.

Cosa bastante comprensible, los héroes de aquélla época en la televisión, una abeja sabelotodo con voz de pito que iba de flor en flor y una niña mofletuda que no tenía más ocurrencia que ponerle "pichí" a un pájaro, no casaban bien con la vida "real" de extrarradio, dónde el mejor era aquel que llegaba más lejos meando la tapia de los curas trinitarios, y eso según la temporada.

Quizá por esa carencia afectiva, lógica después de semejante infancia, exista ahora tan poca gente famosa a la que me gustaría parecerme, gente a la que admirar y a la que seguir, ídolos a los que poder imitar y de los que poder decir aquello tan emotivo de "... yo de mayor quiero ser como él".

De entre las pocas vidas ejemplares y admiradas, uno de mis mayores "superhombres" a imitar es, sin duda, Rossini, famoso compositor con fama de sibarita, que una vez, mientras escribía acostado, se le cayó una partitura y, por no molestarse en cogerla, empezó otra obra abandonando la primera.

A los 37 años y en la cima del éxito, dejó de componer porque ya era rico.

Todo un ejemplo a seguir...

Yo de mayor quiero ser como él. (Aunque ya me puedo dar prisa)